27 mayo 2006

Davinchi mola.


Superplanazo del viernes por la noche: Hora y media de machaque en el gim, cena ligera en el kebap turco de enfrente y sesión de cine: El dichoso código davinchi.

Pues no está TAAAN mal. Como película de acción e intriga se deja ver, si bien no hay helicópteros (un fallo a corregir en las posibles secuelas). Y quedan elegantemente resumidas ciertas escenas del libro que causarían carcajadas incontenibles en la Piel de Toro: Silas, el asesino albino, escapa de una lóbrega prisión en Andorra, toma un tren en marcha y aparece en Oviedo, donde es recogido por un humilde curita del Opus (ja) que después se hace obispo y se apellida Aringarosa (?).

A favor: Ian McKellan es un malo simpático. La película (y antes el libro) destapa y populariza una parte interesante de la historia oculta del cristianismo. Constantino y el concilio de Nicea, la persecución de cualquier heterodoxia frente al dogma católico-imperial, la tradición subterránea que a lo largo de dos milenios ha preservado el recuerdo de cultos ancestrales, disfrazados a veces de otras cosas, enmascarados, encastrados en ritos, tradiciones populares, simbología, iconografía. Y los cuadros de Leonardo son tan enigmáticos...

Otra cosa son las absurdas explicaciones que se ofrecen y el batiburrillo místico new age que impregna la película (y el libro) en plan "pero qué malísimos que son los papistas del Vaticano, hay que ver como cubren de basura la figura de Cristo, no como nosotros los luteranos, hermano, ¡Jesús Salva, Aleluya!".

Lo peor: Tom Hanks está sosito, como siempre. Audrey Tatou es una sombra de Amelié. Jean Reno encarna una vez más al evidente estereotipo de francés que tienen los americanos. Y lo del Opus. Eso clama al Cielo. Porque el tema del Opus está tratado en la película (y en el libro) con mucha suavidad, centrándose en temas folklóricos (a quién le importa si se ponen cilicios o no, a ver si los pobres numerarios no van a poder ser libres de practicar en la intimidad sus morbos sadomaso), cuando lo que habría que criticar es el poder que atesora, cómo maneja a su antojo gobiernos y multinacionales. Eso da para muchos libros y muchas películas.

24 mayo 2006

Silencio

En el principio era el Verbo. Y habitó entre nosotros, y el Mensaje era el Medio. El Ángel (mensajero) del Señor desenvainó su espada flamígera y habló en rueda de prensa: "Creced y Multiplicaos". El mensaje se hizo ubícuo porque los medios llegaban a todas partes, todo el tiempo. Muchos mensajes, simples o complejos. Adelante, Queremos Ser Tu Banco, El Algodón No Engaña, ¿Te Gusta Conducir?, La Vida Es Móvil, Open Your Mind, Just Do It. Muchos mensajes simultáneos, diciendo cosas diferentes, contradictorias. Muchos mensajes que se superponían y contrarrestaban, se anulaban en una confusa cacofonía de signos, músicas y voces indescifrables. La Bestia tenía innumerables cabezas y hablaba todos los lenguajes y cantaba todas las canciones. Los Ancianos promulgaron nuevas normas de imposible cumplimiento. Los Jueces dictaron sentencias incomprensibles. Fue el Caos.

A veces uno desea una vida más simple. Silencio.

18 mayo 2006

Una historia de posguerra


Era un grupo alegre, el de los siete hermanos Povedilla y sus amigos de verano en la colonia de chalets de Las Navas del Duque. Chicos y chicas en la flor de la vida, deseando vivir y olvidar las limitaciones impuestas por la Historia en una posguerra miserable de restricciones eléctricas, lentejas con gorgojos y penicilina de estraperlo.

Hacían excursiones, montaban en bicicleta, organizaban guateques con cup de frutas, bailaban y reían y cantaban Siboney, y Rascayú, y yo tengo una casita pequeñita en Canadá.

El centro de la fiesta solía ser Titín Cortés. Era Titín un guapo mozo, cabo de gastadores en su mili interminable por ser el más alto y el más fuerte de su compañía. Educado, divertido, siempre elegante y más bonito que un San Luis. Además, ¡era tan gracioso cuando se hacía el mariquita delante de las chicas!...

En una ocasión fueron todos a nadar al río y Ramón, el más joven de los hermanos Povedilla, se vió arrastrado por la corriente, perdió pié y desapareció en un remolino. Titín no se lo pensó: Se arrojó corriendo al agua y con su poderosa brazada alcanzó rápidamente a Ramón. Le salvó la vida. Y siguió bromeando. Era un ganso.

Otro día, los Povedilla le jugaron una buena: Pagaron al pregonero del pueblo para que anunciara a toda la vecindad que "el cerdo de Don Agustín Cortés" se había escapado y se recompensaría su devolución, dando señas precisas de la fisonomía de Titín.

Pasó el verano y Titín volvió a su mili y los Povedilla a sus ocupaciones habituales. Una mañana, Don Roberto Povedilla volvió a casa con el ABC debajo del brazo. Noticia bomba: Se habían realizado numerosas detenciones en el transcurso de una redada. Una orgía de homosexuales en la residencia del embajador del Brasil. Entre los detenidos, un militar que sería enjuiciado en consejo de guerra: Agustín Cortés.

Pasó años en prisiones militares, víctima de todas las humillaciones. Y cuando salió, sus amigos los Povedilla no se permitieron la debilidad de saludarle en público. Pues tenía su estigma de maricón un efecto contagioso y podía pensar la gente que el virus les había afectado también a ellos.

Pasaron los años y Ramón Povedilla, el chico que había estado a punto de ahogarse en el río, tenía más de treinta y cinco años y seguía soltero y la gente podía hablar, así que se casó con una de las chicas de la pandilla de Las Navas. Rubia teñida, varios años mayor que él. No tuvieron hijos, no hacían apenas vida en común, pero "se llevaban muy bien". Después del trabajo, Ramón desaparecía cada tarde "para tomar una copa con sus amigos" y sobre las once de la noche llegaba a su casa a cenar.

A mediados de los años noventa, hojeando las esquelas de ABC, me enteré de que Titín había fallecido. Sus desconsolados hermanos, sobrinos y demás familia rogaban una oración por su alma. Una pena que Ramón no se pudiera ya enterar: Afectado por una avanzada demencia senil, vegetaba en la residencia en donde su esposa le había internado.

14 mayo 2006

Méksiko lindo y kerido (y II)



Miércoles 03/05/06. Desayunamos a la continental en el hotel y vamos en taxi al Museo de las Momias. Si. Algo así de truculento y morboso parece impropio de nuestro gusto exquisito (ejem), pero es que Alfonso lo había visto en un documental de National Geographic y tenía ganas. Pues eso: Truculento y morboso, sin ahorrar un ápice de truculencia y morbo. Aquí les privan "los muertesitos". Y eso me hace pensar que en Europa tenemos un fuerte tabú en torno a la muerte. Está feo mencionarla siquiera, no digo ya visualizarla de esta manera. ¡Yuyu!. Después paseamos hasta el centro sorteando los mil túneles que socavan la ciudad para canalizar el tráfico rodado. Re-desayunamos a la mejicana en la terraza de un bar, en una agradable plaza peatonal. Cambiamos pesos en uno de los innumerables bancos españoles (oh, la globalización) y visitamos la casa-museo de Diego Rivera. Taxi a la estación de autobuses para iniciar excursión a San Miguel de Allende. Alfonso se da cuenta de que ha perdido la cámara de vídeo. Vuelta al hotel: Allí no está. Vuelta al centro de Guanajuato. Finalmente aparece en el bar del re-desayuno (un aplauso para los guanajuatenses honrados). Embarcamos en un autobús para San Miguel, localidad situada a unos 100 kms. de Guanajuato, famosa por sus encierros y por el turismo sofisticado jipi-pijo que acude regularmente a sus hoteles, restaurantes y galerías de arte. Muy bonito, tranquilo y relajante. Paseamos, compramos regalos y hacemos merienda-cena en una terraza de la plaza mayor, mientras un grupo folklórico precolombino baila una penosa danza de la lluvia. ¡Si Moctezuma levantara la cabeza!

Jueves 04/05/06. Muy temprano, a Pátzcuaro vía Morelia. No hemos desayunado, pero al subir al bus te dan una bolsita de catering con un refresco, polvorones (!) y un cuernito (croasán) de jamón y queso con jalapeños, marca Lonchibón (grupo Bimbo). Luego te ponen alguna horrorosa película sub-hollywood sobre adolescentes en crisis y tal, rollo tardes de antena 3 "basado en un hecho real". Llegamos a Pátzcuaro a la hora de comer. Nuestro hotel, Mansión Iturbe, es precioso y ocupa un lugar privilegiado en la plaza mayor. Dejamos los trastos en la habitación y nos vamos a la cosa del papeo. Mientras comemos (varias cervezas Corona) Alfonso se pone pálido, se marea, le da un surmenage. Volvemos al hotel. Después de una reparadora siesta parece haber mejorado y salimos a explorar la ciudad. Que es, en realidad, un pueblo grande con un centro histórico perfectamente conservado, todo pintado en blanco y granate. Mucho menos sofisticado que San Miguel de Allende pero no menos atractivo por su arquitectura colonial, su artesanía (es el paraíso del mantel de colorines) o la proximidad del cercano lago Pátzcuaro. Por otra parte nos enteramos de que también hubo algún español bueno durante la Colonia, aunque don Diego Rivera no lo pintase.

Viernes 05/05/06. Es fiesta nacional, aniversario de la batalla de Puebla, en la que los mejicanos vencieron al ejército francés deteniendo (de momento) la intervención militar que daría lugar al Imperio de Maximiliano. Es por esta conmemoración que desde primera hora de la mañana se escuchan en la plaza tambores y niños cantando. El desayuno está incluído en el precio de la habitación, así que bajamos al restaurante para lo que suponemos será una frugal colación. Bueno: Ensalada de frutas, café sin límite, huevos fritos, revueltos o en omelet (aquí una tortilla es otra cosa) y un surtidito de bollos y dulces, entre los que encontramos unas pastas iguales que las del pueblo de Alfonso y otras que son como flores de Calatrava. Deducimos que el cocinero es de Quintanar de la Orden. Tras el ágape, dejamos las maletas preparadas, pagamos el hotel y tomamos un taxi hasta el embarcadero para una excursión por el lago, con visita a dos de sus islas. Muy agradable, aunque las islas decepcionan un poco: de lejos parecen algo y, al llegar, te das cuenta del cutrerío circundante. La isla principal, Janitzio, está sobreexplotada por el turismo y es toda ella un mercadillo de souvenirs horteras. Recomendable para los amantes del kitsch. Volvemos, recogemos las maletas y a la estación de autobuses para ir a Morelia. Sobre las cuatro de la tarde llegamos a esta ciudad, capital del estado de Michoacán, antes llamada Valladolid. Hotel de la Soledad, en el centro: Hermoso edificio del siglo XVII con patio monumental, pero con algunos defectos: caro, cuartos de baño prehistóricos y habitaciones exteriores muy ruidosas. Descansamos un rato tomando un café en los soportales de la plaza, frente a la impresionante catedral barroca. Luego hacemos un recorrido por toda la ciudad, sorprendente desde todos los puntos de vista. Acabamos agotados, tomando unas cervezas (León) en un bar supermoderno cerca del acueducto. Por la noche, nos damos un premio: cena de despedida en restaurante pijísimo de nueva cocina mejicana: "La Azotea", en la idem del hotel Los Juaninos y con magníficas vistas a la catedral iluminada. Dos platos cada uno más postres y vino mejicano de Domecq: 45 euros.

Sábado 06/05/06. Desayuno rápido en un Sanborns y taxi a la estación de autobuses. ETN hasta México-Observatorio y una hora más de taxi hasta el aeropuerto. Para facturar el equipaje nos hacen pasar por un registro bastante ridículo. El aire condicionado está a temperatura del Polo Norte. Pasamos al área de embarque y dutifrís y me pongo a buscar una botella de tequila que me han encargado. Inmediatamente me veo rodeado por un ejército de vendedores que me hacen superofertas y pretenden realizar la venta en tiempo récord. Me pongo nervioso, cuando voy a pagar pierdo un poco los papeles y uno que yo me sé me llama histérico. Eso me pone furioso. Ya más tranquilos, tomamos un sandwich y nuestras últimas cervezas mejicanas en una cafetería y esperamos pacientemente el embarque. Después, 11 horas de avión (Aeroméxico) y vuelta a la vida real.

11 mayo 2006

¡Que Viva México (o Méjico)!



Sábado 29/04/06. La azafata de Iberia, en un extravagante exceso de corrección política dice que "pronto aterrizaremos en el aeropuerto de Ciudad de México" y exhala la equis exhaustivamente: Méksiko. Ciudad de México, México DF, Méjico. La azteca Tenochtitlán. Una monstruosa conurbación de 26 millones de habitantes. Llegamos al hotel Meliá Reforma (superlujo neobarrroco). Paseo hasta el Angel y la Zona Rosa, que se ha convertido en un barrio gay bastante modernito. Calle Amberes (Anvers, Antwerpen). Cena en un Vips, que aquí sirve auténtica comida mejicana. Cerveza Bohemia. Y a mimir, que estamos rotos de cansancio.

Domingo 30/04/06. Desayuno en un Sanborns junto al hotel. Visita a Chapultepec. Bonito parque e interesante Museo de Historia instalado en el "castillo", edificado para los últimos virreyes españoles y que fue luego residencia del emperador Maximiliano y del presidente Porfirio Díaz. Museo Nacional de Antropología (impresionante edificio y colecciones de arte precolombino). Metro hasta el centro histórico. Comemos (bien pero un poco caro) en el Café de Tacuba, que es o era también el nombre de un grupo de rock mejicano. Cerveza Negra Modelo. Alfonso pierde las gafas. Paseo por el Zócalo, Catedral, Palacio Nacional (murales de Diego Rivera: Los españoles somos monstruos deformes torturadores de indios, los guapísimos indios se dedican exclusivamente a cultivar maíz y a preparar bonitos arreglos florales). Vemos también, en el escaparate de una tienda, la legítima y original muñeca Frida Kahlo, el regalo ideal para tus amigas lesbianas. Vuelta al hotel. Siesta. Se pone a llover y no para. Cena en la calle Amberes, calados como sopas y vuelta al hotel en taxi.

Lunes 01/05/06. Aquí también es la Fiesta del Trabajo. Están muy alborotados por lo de la protesta que han organizado hoy en Estados Unidos los emigrantes hispanos (mejicanos en su gran mayoría). La demografía manda y hasta a los EE.UU. se les cuelan los payoponis por todas partes. El verdadero efecto llamada es la pobreza de algunas sociedades y la sobreabundancia de otras, al otro lado de la valla. Taxi a la Central de Autobuses y cinco horas de viaje hasta Querétaro en un cómodo autocar de ETN. Hotel Quinta Santiago, en el centro de la ciudad, bien de precio y en un bonito edificio colonial. Recomendable. Querétaro es una agradable ciudad de unos 250.000 habitantes, con un centro histórico de la época colonial muy bien cuidado. Fue uno de los focos de la insurrección que llevó (1810-1821) a la independencia de México. Comida en restaurante 1810, en la plaza de Armas. Varias cervezas Sol. Empacho. Visitamos varios puntos de interés cultural y la casa de la Zacatecana, con curiosa y tétrica leyenda.

Martes 02/05/06. Museo de arte, imprescindible por ver el patio barroco y una sala de pintura mejicana (s.XIX) en torno al delicado tema del efebo en reposo. Hemos pedido un taxi para la estación de autobuses y no acaba de llegar. Para que no perdamos nuestro bus, el director del hotel nos monta en su coche particular y nos lleva a la estación. A ver de cuando te van a hacer eso en España. Viaje en Primera Plus hasta Guanajuato. Al llegar descubrimos que el hotel que hemos reservado (Quinta las Alondras) será de mucho lujo, mucha estrella y muchos mármoles, pero está en la quinta puñeta. Eso si, junto a la estación de autobuses. Taxi al centro. Se pone a llover (a mares). Nos refugiamos a comer en un café de la plaza central, frente al Teatro Juárez y a la iglesia de San Diego de Alcalá (mi amigo Diego toca una musiquita con el arpa, allá en su nube). Cerveza Pacífico. Recorrido por la ciudad y subimos en funicular hasta el monumento al Pipila –gran vista panorámica. Cena ligera y tequila.