21 febrero 2007

Buitres



Leo esta noticia en la página en español de la BBC.

Resumiendo, para los más vagos: Existe una modalidad de inversión llamada “fondos buitre”. Estos fondos adquieren –a precios de risa- deuda pública emitida por países al borde de la quiebra (en este caso, Zambia), axfisiados casi siempre por la deuda externa e inmersos en situaciones de gran corrupción. Luego se reúnen los poderosos y –en un alarde de bien publicitada generosidad- acuerdan condonar toda o parte de esa deuda en manos de gobiernos e instituciones internacionales. El país en cuestión sale de la bancarrota y los bonos adquiridos por el fondo buitre se revalorizan astronómicamente. El tenedor de los bonos hace valer entonces su derecho y exige la devolución del principal más intereses. Algún tribunal civilizado falla a favor de los buitres. El país del tercer mundo paga y vuelve a su situación desesperada.

¿Quién pierde? ¿Quién ha ganado?

Zambia sigue como estaba, en la más absoluta miseria.

Los ciudadanos de países desarrollados se quedan tan contentos, creyendo que parte de los impuestos que pagan ha ido a parar a los pobres negritos necesitados.

Los buitres ganan. Siempre.

16 febrero 2007

Pelotas

Resumen de la historia: John Amaechi, jugador profesional de baloncesto con una brillante carrera en la NBA y en equipos europeos, reconoce públicamente que es homosexual. Todo el mundo se alegra muchísimo, somos todos muy modernos y aquí no ha pasado nada. Pero héteme aquí que entonces aparece otro jugador, Tim Hardaway, y hace unas declaraciones explosivas: Odia a los homosexuales y sería incapaz de compartir el vestuario con un gay. Gran escandalera en los media y rectificación de Tim, que acaba pidiendo perdón tras ser excluído por la organización de la liga americana de la fiestuqui a celebrar en Las Vegas este finde.

Lo mejor: La reacción de Amaechi, que ha agradecido la “honestidad” y “sinceridad” de Hardaway: “Finalmente, alguien ha sido honesto. Es ridículo, absurdo y todos los adjetivos que le queramos poner a lo que dijo Hardaway, pero tiene el valor de haber sido honesto. Además, ilustra mucho mejor el problema que cualquier lenguaje diplomático y sin convencimiento que utilizan otras personas”.

Todo ésto me da que pensar. ¿Es correcto lo políticamente correcto?. ¿Es mejor a veces un mensaje claro, aunque sea de rechazo? Un obispo reaccionario o un psicoterapeuta psicópata lanzan sus diatribas y provocan un debate social que puede aclarar las cosas. Algunos ilustres liberales, por el contrario, se barnizan de una pretendida tolerancia para poner a continuación medios públicos de comunicación al servicio de sus privadísimos intereses.

La foto es la del patio del instituto donde estudié, el Ramiro de Maeztu, famoso por su equipo de baloncesto.

07 febrero 2007

A raíz de mi anterior post –y del garrafal error de interpretación de una imagen-, me he sentido un poco como Iker Jiménez pillado in fraganti a la caza y captura de caras de Bélmez apocalípticas. Es cierto: 911 era el número telefónico de emergencias en los EE.UU. y no la precognición de un drama del siglo XXI (aunque no me negareis que el final del vídeo acojona un poco).

En mi descargo puedo decir que la mejor explicación a mi error está, precisamente, en el primer párrafo del post. El lenguaje es un virus. El lenguaje oral y el escrito, el verbal y el visual. Una cifra de tres números, 911, significaba en Estados Unidos -antes del 11 de septiembre de 2001- un teléfono de emergencias. Ahora es en todo el mundo el icono gráfico del desastre. De manera que mi primera reacción al verlo proyectado en esa pantalla azul del vídeo ha sido pensar: “esta mujer es una bruja”. Sin pararme a pensar que en el contexto en que se grabó la película (1986) el mensaje podía ser muy diferente. Y curiosamente, si buscamos “911” en Google España, el primer resultado será otra cosa muy distinta pero bastante evidente para los amantes del motor.

Entonces tenemos que –parafraseando a Marshall McLuhan- el mensaje es el contexto. O parte del mensaje, por lo menos. O más bien el contexto modifica, deforma, muta el mensaje.

Y termino –por hoy- con otro tema de Laurie Anderson sobre lenguaje y significados: White Lily

En qué película de Fassbinder
el hombre manco entra en la floristería y dice:
“¿Cuál es la flor que expresa... cómo pasan los días?
Y siguen pasando... interminablemente... empujándote... al futuro.
Los días pasan... interminablemente... interminablemente empujándote... al futuro.”
Y el florista dice:
“El lirio blanco.”

05 febrero 2007

Música profética



Yo había pensado escribir un post sobre el lenguaje y su distorsión, su manipulación, sus mutaciones. Me vinieron a la memoria las teorías del escritor americano William S. Borroughs. El autor de “El almuerzo desnudo” venía a sugerir más o menos la condición vírica de cualquier comunicación verbal. Los virus se multiplican en réplicas innumerables que sufren mutaciones y acaban siendo otros virus. Asociaba además la transmisión del lenguaje con la necesidad del yonqui/camello de propagar su drogodependencia. Con todo eso y un batiburrillo de otras buenas ideas, Laurie Anderson, una artista norteamericana con pinta de marciana neurótica, creaba en 1986 un espectáculo - concierto - performance que se llamaba “Home of the Brave” y que llegó a ser una película y un disco.

Ésto me hizo retroceder a 1981/1982, cuando supe por primera vez de la existencia de esta señora. Se iniciaba la era Reagan y en círculos selectos de todo el mundo se escuchaba una canción rarísima, larga, experimental, repetitiva e hipnótica. O Superman. Aquí está el vídeo y aquí la letra en inglés, que traduzco (un poco a mi aire):

“Oh Superman, Oh Juez, Oh Papá y Mamá. Papá y Mamá.

Hola, no estoy ahora en casa, pero si quieres dejar un mensaje,
empieza a hablar después de la señal.

¿Hola? Soy tu Madre. ¿Estás ahí? ¿Vas a venir a casa?
¿Hola? ¿Hay alguien en casa?

Bueno, tu no me conoces, pero yo a ti si.
Y tengo un mensaje que darte.
Ya vienen los aviones
Así que prepárate
Prepárate para marcharte
Puedes venir tal como eres, pero pagas cuando te vas.
Pagas cuando te vas.

Y yo dije: Vale, ¿Quién es éste realmente?
Y la voz dijo:
Ésta es la Mano – la Mano que aprieta
Ésta es la Mano – la Mano que aprieta
Ésta es la Mano – la Mano que aprieta

Ya vienen los aviones
¿Son aviones americanos?
Hechos en América
¿Fumador o No Fumador?

Y la voz dijo:
“Ni la nieve, ni la lluvia, ni la oscuridad de la noche
impedirán a nuestros mensajeros el rápido cumplimiento
de sus rutas marcadas”
.
Porque cuando se va el Amor, siempre queda la Justicia
Y cuando se va la Justicia, siempre queda la Fuerza
Y cuando se va la Fuerza, siempre queda Mamá.

¡Hola, Mamá!
Así pues, sujétame, Mamá, en tus largos brazos (armas)
Así pues, sujétame, Mamá, en tus largas armas (brazos)
En tus armas automáticas
Tus armas electrónicas
En tus brazos
Así pues, sujétame, Mamá, en tus largos brazos
Tus brazos petroquímicos
Tus brazos militares
En tus brazos electrónicos

Según la propia Laurie, el texto tenía que ver con la crisis de los rehenes americanos en el Irán revolucionario de Jomeini y con la fallida operación militar que intentó su rescate. Pasaron los años y la canción quedó casi olvidada hasta que los ataques del once de septiembre en Nueva York –y lo que les siguió- pusieron de actualidad un tema que hablaba de aviones, de contestadores automáticos, del poder, del complejo militar-industrial...

Pues bien, en ésto estaba, preparando los enlaces para este post que tienen ustedes delante cuando, mirando en el youtube el vídeo del corte “Smoke Rings”, perteneciente a la mencionada película de 1986, casi al final del tema, me encuentro con la imagen de arriba: Claramente se leen en la pantalla del fondo las cifras malditas: 9 11.