20 noviembre 2008

Crisis (V)


¿Qué se hizo el rey don Juan?
¿Los Infantes de Aragón,
qué se hizieron?
¿Qué fue de tanto galán?
¿Qué fue de tanta invención
como truxieron?
Las justas y los torneos,
paramentos, bordaduras
y cimeras,
¿fueron sino devaneos?,
¿que fueron sino verduras
de las eras?

¿Qué se hizieron las damas,
sus tocados, sus vestidos,
sus olores?
¿Qué se hizieron las llamas
de los fuegos encendidos
de amadores?
¿Qué se hizo aquel trovar,
las músicas acordadas
que tañían?
¿Qué se hizo aquel dançar,
aquellas ropas chapadas
que traían?

Pues el otro, su heredero,
don Enrique, !qué poderes
alcançaba!,
¡cuán blando, cuán halaguero
el mundo con sus plazeres
se le daba!
Mas veréis, ¡cuán enemigo,
cuán contrario, cuán cruel
se le mostró!;
habiéndole sido amigo,
¡cuán poco duró con él
lo que le dio!

Las dádivas desmedidas,
los edificios reales
llenos de oro,
las vaxillas tan febridas,
los enriques y reales
del tesoro,
los jaezes y caballos
de su gente, y atavíos
tan sobrados,
¿dónde iremos a buscallos?;
¿qué fueron, sino rocíos
de los prados?

15 noviembre 2008

Crisis (IV)

“No es sólo un inmenso andamiaje económico lo que se desmorona, sino una concepción del poder, de sus bases ideológicas. Es necesario tener en cuenta todas las dimensiones de este derrumbe para reconstruir con otros materiales. Y, sobre todo, reponer en el eje mismo de la acción pública los principios democráticos que, en un error histórico, se sustituyeron indebidamente por las leyes del mercado...

...Ahora, que no juzguen quienes deberían ser juzgados. Han sido "rescatados" por el Estado y quedan desautorizados para opinar sobre unas propuestas que pretenden el "rescate" de la gente. Que callen ahora quienes -como el Banco Mundial, el FMI y la OMC- no levantaron la voz cuando debían...

...Es una crisis del capitalismo y no en el capitalismo, como pretenden, para continuar después su desbocada carrera, los más fervientes defensores de la economía de mercado que, por la ausencia de valores y de pautas de buen gobierno, ha fracasado estrepitosamente. Conviene, sobre todo, no volver a un "nuevo capitalismo", sino promover un nuevo sistema económico mundial basado en la justicia y regulado por instituciones integradas en unas Naciones Unidas completamente reformadas, quizás refundadas, que dispongan de los recursos personales, técnicos y económicos que les permitan actuar eficazmente y aplicar a los transgresores todo el peso de la ley...

...Sólo con una autoridad supranacional adecuada podrá tener lugar la regulación de los mercados. Y la eliminación inmediata de los paraísos fiscales, con los que los tráficos de drogas, armas, patentes, capitales y personas podrán también desaparecer. Ha quedado claro que los mercados no se "autorregulan", sino que favorecen en el espacio supranacional, totalmente impunes, todo tipo de transgresiones y de mafias...

...Que los súbditos se transforman en ciudadanos, los espectadores impasibles en actores, para que tenga lugar un cambio profundo del fondo y de la forma en el ejercicio del poder: la gran transición de una cultura de fuerza e imposición a una cultura de la palabra requiere educación en todos los grados y durante toda la vida; el fomento de la creatividad y diversidad cultural; la promoción de la investigación científica; de la sanidad para todos.

Grandes oportunidades, grandes responsabilidades que deben asumir los ciudadanos que tienen más que aportar al cambio. Ahora, poder ciudadano. Ahora, los pueblos, la gente.

Las crisis son una oportunidad de edificar un mundo nuevo, de volver a situar los principios éticos universales de la justicia, de la democracia genuina. No desperdiciemos las oportunidades. Debemos recordar, todos los días, el sabio aviso de Sófocles: "Cuando las horas decisivas han pasado es inútil correr para alcanzarlas".”

¿Quién escribe estas palabras en un artículo publicado hoy en El País?

¿Un radical antisistema de los que no hace tanto se manifestaban contra la globalización? ¿Llamazares, Santiago Carrillo, Alfonso Guerra? ¿Un sociata cualquiera? ¿Jorge Verstrynge?

No.

Federico Mayor Zaragoza, ex alto cargo en los últimos gobiernos de Franco. Ex ministro de la UCD. Ex director de la UNESCO. Una persona de bien y de orden, de las de toda la vida.

Por otra parte, completamente de acuerdo.

08 noviembre 2008

Hola y adiós.


El pasado martes 4 de noviembre, los estadounidenses que pueden elegir han elegido al presidente de los Estados Unidos, o sea, a nuestro presidente y al presidente de todos los demás países del mundo. Parece que esta vez han votado en masa y han optado por alguien muy distinto de todo lo anterior. Hola, Obama. Enhorabuena a los premiados, este muchacho parece serio y sobradamente preparado para dirigir el Orbe Cristiano Occidental.

Y la próxima semana se reúnen en Washington los caciques de todas las tribus solventes del planeta para Refundar el Capitalismo. Yes, we can, un Mundo Nuevo, mejor y más justo nos espera!

Desengáñense. Los verdaderos amos del universo siguen y seguirán siendo los de siempre, las grandes corporaciones transnacionales, las mafias interconectadas, las aves de rapiña digitales, Robin Hoods a la inversa, Merlines de la especulación y del fraude. Nada va a cambiar.

O si: La gestión global del sistema capitalista puede ser desde ahora un poco más eficiente, un poco más racional. Nada que ver con el completo desastre en que ha desembocado una era marcada por el anarquismo de mercado, el fanatismo de la desregulación y el sálvese quien pueda. No es por presumir, pero ya lo decía yo, aquí mismo, hace cuatro años.

Así que adiós, Bushes, Reagan, Thatcher y todos los demás. Bye bye.

30 octubre 2008

Reinas

Esta mañana de octubre desquiciado nos hemos despertado con una noticia chocante. Noticia que ha producido una rápida reacción en mucha gente.

A mi todo ésto me huele a cuerno quemado. A maniobra de la Obra. La reina será todo lo conservadora que se quiera, pero tonta no es. Nunca ha sido indiscreta ni imprudente. Y menos en un tema que toca de lleno a su propia familia, prestándose al chiste fácil.

El comunicado de esta noche deja en evidencia a la autora del libro, creo.

22 octubre 2008

Diario de Indochina (IV)


Sábado 13 de septiembre. Nochecita vietnamita: Tormenta con gran aparato eléctrico e indigestión sin un almax a mano. A las seis de la mañana tomamos una frugal colación y nos llevan en lancha a la Cueva de la Sorpresa. A pesar del nombre, no hay grandes sorpresas en esa cueva: Como en las cuevas de Nerja, estalactitas y estalagmitas iluminadas con colorinchis y un guía que hace ver en cada roca un objeto determinado. La Virgen de Lourdes, Ho Chi Minh o la Sirenita. En este caso, la atracción estelar es una formación caliza en forma de falo. El guía se mea de risa y los australianos se ruborizan.

Lo que si merece la pena es el islote –o más bien conjunto de islotes formando un puerto natural- donde se encuentra la cueva. Tremendos peñascos, que surgen del agua verde-azulada cargados de vegetación y se elevan abruptamente hasta una altura inusitada.

Volvemos al junco y desayunamos más en serio. Alfonso descubre que su cámara de vídeo ha dejado de funcionar, seguramente a consecuencia del extremo calor y humedad de la zona. Despliegan las enormes velas y el barco empieza a navegar lentamente, camino de Ha Long, la costa y el final de nuestro crucero.

En el embarcadero nos espera el chófer, que nos llevará al aeropuerto de Hanoi. Por la carretera voy fijándome en la arquitectura popular, casas familiares construidas casi todas en los últimos veinte años. El modelo básico es el chalecito francés: Tejado a dos aguas, frontones, balaustradas y arcos diversos. Algo que podría estar en Toulouse o en Tavernes de Valldigna. Pero lo peculiar aquí es que ganan en altura hasta alcanzar cinco o seis pisos, sin ocupar más que un escaso rincón del suelo. Es lo que llaman “casas cohete”. Además, la fantasía del constructor se traslada al edificio en forma de torretas, figurillas de dragones, ventanas morunas y demás detalles decorativos pop. El modelo básico evoluciona hasta extremos inconcebibles, creando algo que sólo puede ser Vietnam.

Llegamos pronto al aeropuerto, pero no conseguimos embarcar en el primer vuelo a Da Nang y el siguiente no sale hasta cuatro horas después. Tenemos que esperar en una sala fea y desangelada: Cuatro tiendas de golosinas y souvenirs, una cafetería cutre y una pequeña librería. Por matar el tiempo nos sentamos en la cafetería y pedimos unas patatas fritas –imitación a Pringles- y fideos industriales al microondas. Investigo las tiendas: Las de alimentación venden sobre todo frutos secos, chocolate, café y pasteles del Festival de la Luna (el regalo típico en estas fechas). En cuanto a la librería, casi todo está en vietnamita pero hay una sección en idiomas extranjeros. Son todo libros editados aquí, historia oficial y propaganda diversa. Las memorias de Ho Chi están en todos los idiomas imaginables. Ningún libro ni revista ni periódico occidental. Compro un librito en español sobre historia de Viet Nam y sus dinastías por unos 2 euros. La funcionaria me cobra con cara de aburrimiento y fastidio –estaba en animada charla con sus colegas hasta que llegué yo.

En apariencia se da aquí lo peor de los dos mundos: Una férrea dictadura comunista y, al mismo tiempo, el capitalismo más salvaje. Sin embargo el país parece funcionar, no se ve miseria, los niños van al colegio y todo quisqui tiene su casa-cohete y su moto. Supongo que lo primero que busca una sociedad como ésta, traumatizada por décadas de guerra y hambre, es cubrir una serie de necesidades básicas. Sólo después se preocuparán por cosas más sofisticadas –como la libertad.

Vuelo tranquilo, menos de una hora. En el aeropuerto de Da Nang nos espera un coche para llevarnos a nuestro destino, Hoi An, una pequeña e histórica ciudad unos 30 kms. más al sur. Por el camino se hace de noche. Vemos grupos de niños disfrazados tocando el tambor y bailando. El conductor, que habla algo de inglés y va de simpático, nos cuenta que se trata del famoso Festival de la Luna Llena de Septiembre. Hemos leído en la guía que esa noche es especialmente vistosa en Hoi An. Parece, pues, que hemos tenido una suerte extraordinaria.

Llegamos a nuestro hotel, el Golden Sands, un resort playero bastante bonito pero alejado unos cinco kilómetros del casco urbano. Como no nos queremos perder la fiesta, le pedimos al chófer que nos espere. Nos registramos en Recepción y, sin pasar por la habitación, nos disponemos a una inmersión cultural en la gran juerga anual de los niños vietnamitas. Poco después el coche nos deja en el límite de la ciudad antigua, cerrada al tráfico durante esa ocasión.



Paseo nocturno por la vieja Hoi An. Hasta el siglo XIX era un puerto muy importante, conexión de todas las rutas comerciales de Extremo Oriente. Allí llegaban barcos japoneses, holandeses o españoles (desde Filipinas) para adquirir productos procedentes de la India, Malasia, China o Tailandia. Los europeos llamábamos a la ciudad “Faifo”, deformación de la expresión vietnamita “Hai Pho” (ciudad costera). Y una curiosidad: Francia llegó aquí de la mano de España, durante la llamada “Guerra de la Cochinchina” (1858), una típica guerra colonial de la época.



El casco histórico –Patrimonio de la Humanidad de la Unesco- es un conjunto de calles amplias, de casas bajas con tienda, almacén y vivienda de la familia propietaria. Hay muchas tiendas, bares y restaurantes, orientados casi siempre al abundante turismo internacional –aunque también existe un turismo interno bastante fuerte. En cada rincón, farolillos de colores decoran la fachada de templos y comercios. En una esquina juegan a romper piñatas. Pasan pandillas de niños tocando el tambor: Algunos bailan y van disfrazados de personajes mitológicos, los demás hacen ruido y asaltan a los transeúntes pidiendo dinero o golosinas. El protagonista es el Unicornio, animalito que no se parece en nada al unicornio de la cultura occidental; Más bien parece una especie de dragón.

Terminamos nuestro recorrido con un paseo a través del puente japonés y junto al río, iluminado con figuras de animales míticos. Pintoresco. Volvemos al hotel en un mini-taxi.

19 octubre 2008

Otra

Sábado 18 de octubre, ocho de la tarde. Cines Princesa, en la madrileña plaza de Santa María Micaela (vulgo plaza de los Cubos). Público mayoritariamente joven y gafapasta. Sentados en nuestras butacas, Alfonso y yo nos disponemos a ver "Quemar después de leer", la última de los Coen (muy buena, por cierto, recomendable 100%). Antes de la película nos pasan trailers y uno de ellos anuncia "Camino", de Javier Fesser. A nuestro lado, un matrimonio -supongo- de edad madura. El hombre levanta innecesariamente la voz y hace sus comentarios. Para que todo el cine se entere: "¡¡¡Eunucosss!!!! ¡¡¡Mucha ignorancia es lo que hay en Españñia!!"

13 octubre 2008

Diario de Indochina (III)

Viernes 12 de septiembre. A las 8 en punto nos recoge en el hotel una furgoneta que nos llevará a la costa, a la ciudad de Ha Long, para embarcarnos en un mini-crucero por la bahía del mismo nombre. No está lejos de Hanoi, pero el viaje dura cerca de cuatro horas, pues las carreteras tienen el mismo tráfico de motos, bicis y viejas con balancín que domina el centro de la ciudad. A mitad de camino, nuestro conductor hace una parada con el pretexto de hacer pis y tomar café. El lugar es uno de esos típicos hipermercados del souvenir para turistas: Venden cientos de productos de artesanía horrorosa con el pretexto de ayudar a los discapacitados, pobres víctimas de la guerra imperialista. Ideal para americanos con complejo de culpa que deseen decorar su casa de Arkansas con valiosas muestras de arte exótico. Hacemos pis, tomamos café y admiramos los jarrones. Pero no compramos nada.

Por fin llegamos al complejo de Ha Long y al embarcadero desde donde salen los juncos turísticos –en realidad son barcos modernos a motor y con aire acondicionado en los camarotes, cosa que se agradece bastante. Tenemos una pequeña bronca: En el hiperactivo programa del crucero –además de masajes, cocktail-party, happy hour y clases de tai chi- existe la posibilidad de apuntarse a una excursión en kayak a una caverna típica. Un estrés. A Alfonso le apetece, pero yo me niego en redondo a hacer el ridículo montando en una canoa de esquimales para ver algo similar a las cuevas del Drac. Alfonso se cabrea, yo le digo que haga lo que le dé la gana pero que me deje en paz con el kayak.

La tormenta pasa en cuanto empezamos a navegar. Hace muchísimo calor, pero el paisaje es espectacular y, por suerte, hay muy poca gente en el barco, sólo nosotros y una familia australiana (que rápidamente se apunta al kayak). Después de un abundante y rico almuerzo descansamos un poco hasta llegar a la isla de Titop o Titov, llamada así en honor al cosmonauta ruso, segundo ser humano que orbitó en el espacio tras Yuri Gagarin. Entonces los australianos se van a remar y nosotros subimos dando un paseo hasta lo alto del monte (the top of Titop). Desde allí se contempla una fascinante vista panorámica del paisaje extraño, onírico, de Ha Long. Hago muchas fotos y contemplamos el ocaso del sol tras las nubes.

Cuando bajamos a la playa están celebrando una especie de festival de la canción infantil, con canciones propias de críos y otras de marcado carácter patriótico-comecocos. Volvemos al barco. Ducha y cervecitas (marca Tiger) en la cubierta superior, ya de noche. Luego cena bufé y a la cama temprano.

03 octubre 2008

Diario de Indochina (II)

Jueves 11 de septiembre. Dormimos diez horas seguidas. Desayuno en el bufé del hotel. Como es de una cadena española, tienen tortilla de patatas, chorizo Revilla y aceite de oliva marca El Corte Inglés, te sientes como en casa. Mientras desayunamos cae una lluvia torrencial, pero dura sólo unos minutos y luego sale el sol.

Calor, contaminación y ruido mientras caminamos hasta el Templo de la Literatura (Văn Miếu), un antiguo templo confuciano que albergaba también una universidad; Un centro de estudios oficiales para abastecer de altos funcionarios al reino. Hay que mencionar aquí la tremenda importancia que el confucianismo –más una filosofía política y un conjunto de reglas de comportamiento que una religión- ha tenido y sigue teniendo en Vietnam. Aunque este país sea nominalmente comunista, lo que prevalece en la práctica es más bien la ancestral doctrina del Maestro Kong.

El Templo de la Literatura es un remanso de paz en medio del ajetreo urbano, un lugar muy agradable y bonito y, aunque sea en gran parte una reconstrucción, mucha gente sigue acudiendo aquí a elevar sus plegarias. En uno de los patios, más de ochenta estelas de piedra conmemoran sobre tortugas gigantes los nombres de los graduados de antaño. Cuidados jardines, estanques con lotos, frondosos árboles. En un momento dado, me siento en un banco a la sombra con una botella de agua. Sopla una brisa fresca. Es la Gloria.
A la salida tomamos un taxi para llegar al Museo de Historia. Nos hemos dado cuenta de que aquí sólo los guiris despistados andan por la calle. Las personas normales van en moto, coche, bici, lo que sea menos caminar. Y además, si no puedes luchar contra la marea motorizada... únete a ella!. Los precios de los taxis son ridículos, todos llevan taxímetro oficial y ni siquiera te dan un rodeo para llegar al sitio indicado.

El Museo Nacional de Historia Vietnamita está enclavado en el barrio colonial, en un imponente edificio pseudo-oriental que perteneció a la Escuela Francesa del Extremo Oriente. Rodeado de hermosos jardines con estelas y esculturas, alberga interesantes colecciones de arte vietnamita, desde restos hallados en yacimientos prehistóricos hasta reliquias de Ho Chi Minh y la guerra de independencia contra los franceses. Sorprende sin embargo comprobar como este último episodio apenas ha dejado huella en la historiografía oficial: A lo largo de la exposición, paneles y pinturas de estilo triunfalista nos muestran el verdadero y eterno enemigo: China.
A la salida comemos en el café-restaurante Diva (si, el nombre es muy gay y no hemos podido resistir la atracción de la pluma). En una antigua casa colonial reconvertida, con piano y ventiladores a la vieja usanza de las películas exóticas. Tomo unos filetes de lenguado sobre arroz y espinacas con salsa holandesa. Un café de postre y nos encaminamos al barrio antiguo.

El viejo Hanoi es un lugar especializado en el comercio de cualquier cosa que se pueda comprar y vender. Seda, joyas, electrónica, niños, órganos humanos para trasplantes diversos... A veces exagero, lo sé, pero es que esta gente a veces me da la impresión de que vendería a su madre si está a buen precio. Por otra parte, y a pesar del estrecho trazado de las calles, también aquí impera el ruidoso scooter. Entramos en una de las casas más antiguas (en el nº 87 de la calle Ma May), una especie de casa-museo que recomendaba visitar la revista de a bordo de Vietnam Airlines. Están celebrando algún tipo de fiesta infantil: la casa está llena de niños de colegio, algunos muy graciosos y simpáticos. Me dan ganas de ponerme a hacerles fotos, pero me contengo, no sea que me acusen de ser un poco Gary Glitter.
Luego nos enteramos de que la fiesta en cuestión es una de las más importantes celebraciones del año vietnamita: El festival de la Luna Llena de Otoño, algo intermedio entre Halloween y los Reyes Magos. Las casas se adornan con guirnaldas y farolillos, los niños se convierten en tiranos autócratas, reciben todo tipo de regalos y se hartan de dulces y golosinas. Teniendo en cuenta que casi el 30% de la población tiene menos de catorce años, se entiende que el país entero queda semi-paralizado durante estos días.

Salimos de la casa-museo y nos metemos por una calle con mercadillo que recuerda al Rastro madrileño, sólo que aquí la gente se mueve por entre los puestos... ¡En moto! Resulta un poco agobiante, así que pronto nos cansamos y nos volvemos al hotel en taxi.
Descansamos un par de horas. Cuando salimos de la habitación para ir al teatro de marionetas, nos topamos de bruces con dos mexicanos vestidos de mexicano. Surrealista. Nos explican –muy simpáticos- que son los chefs de la semana gastronómica azteca que organiza el hotel. El mundo es un pañuelo que ha encogido.

Camino del teatro pasamos por la zona de la catedral, paraíso de mochileros y españoles en busca de artesanía y gangas diversas. En casi todas las tiendas tienen camisetas con motivos típicos: Ho Chi Minh, la estrella de cinco puntas, etc... También se ven otras con la imagen de Tin Tin en un rickshaw y el título: "Tin Tin en Viet Nam". Falso de toda falsedad, el joven reportero belga nunca jamás estuvo en Indochina. Tomamos un sandwich en un café cualquiera y entramos al teatro de Marionetas sobre el Agua. En el vestíbulo hay una tele gigante de plasma y están poniendo “Apocalypto” -que no sé yo que tiene que ver con Vietnam ni con las marionetas, pero es un hecho y yo tengo que contar aquí la verdad verdadera, tal y como yo lo vi. Público mayoritariamente guiri.
El teatro es un edificio relativamente moderno, pero la distancia entre las filas de butacas esta adaptada a la estatura estándar de los vietnamitas (1,50 m) así que tengo que hacer virguerías con mis piernas para encajar en el asiento. El espectáculo es curioso pero no mata: La música es bonita y esta interpretada en directo por una orquestina. En cuanto a las marionetas, pues son vistosas y tal. Vuelta al hotel y a dormir.

27 septiembre 2008

Diario de Indochina (I)


Lunes 8 de septiembre. La ***** de mi jefa me ha hecho trabajar este lunes en medio de un puente. Salgo a las tres en punto, paso por casa, recojo las maletas y taxi a Barajas. Allí me reúno con Alfonso y embarcamos en un vuelo de Iberia con destino Frankfurt, nuestra primera escala. Hacemos noche en un hotel Holiday Inn cerca del aeropuerto.
Martes, 9 de septiembre. Nos levantamos temprano para dar un rápido paseo por el centro de la ciudad, que parece muy moderna y cosmopolita (no en vano es el corazón financiero de la Eurozona). Un café cerca de la ópera y taxi al aeropuerto. Como nos aburrimos esperando el embarque, nos sentamos en la cafetería y pedimos unas super-cervezas y un plato de salchichas surtidas con puré de patata y chucrut, lo que me produce un intenso deseo de vacaciones gastronómicas en Alemania. Luego subimos al vuelo de Vietnam Airlines. Avión grande, moderno y relatívamente cómodo (todo lo cómodo que pueden resultar 11 horas en clase turista).

Miércoles, 10 de septiembre. Llegamos al aeropuerto de Hanoi a las 06:20 h. Estamos agotados y todavía hemos de pasar por una serie de trámites absurdos para conseguir el visado de entrada (en Madrid sólo te proporcionan un pre-visado, una especie de carta de presentación). Después de abonar unos cuantos dólares y entregar una foto tamaño carnet, nuestros pasaportes son revisados y matasellados por una hilera de hasta 8 funcionarios. Estamos en la República Socialista de Vietnam.

Hemos contratado –a través de una agencia mayorista española- un servicio de transporte para movernos por el país sin problemas según la ruta prevista. No sale nada caro y ahorramos tiempo y preocupaciones. Así que a la salida del aeropuerto nos espera una furgoneta para llevarnos a la ciudad, que esta a unos 25 kms.

La primera impresión que nos produce el país es el guirigay de motos y bicicletas por la autopista. Se adelantan unas a otras utilizando sin cortarse lo más mínimo el carril izquierdo, pero también pueden ir en grupos de tres o cuatro al mismo ritmo, en animada charla y paralizando el trafico. Entonces, los escasos coches y camiones que intentan atravesar el enjambre de dos ruedas tocan el claxon (pabú, pabú). Los de las motos también (mec, mec). Y los de las bicis se unen al concierto con sus alegres timbres (ring, ring). Y ya tenemos el sonido ambiente de esta bonita tierra.
Otra cosa que llama bastante la atención es la indumentaria de motoristas y ciclistas. Está bastante extendido el uso de casco -hay campañas del gobierno a favor- pero otra cosa es lo que los vietnamitas consideren “casco”. Puede oscilar desde el clásico sombrero cónico de chinito de los de toda la vida (curioso, en China no vi ninguno pero aquí son muy populares) hasta la pamela rosa de fantasía, pasando por el siempre elegante salakof. Cuando llevan un casco de los de verdad parecen la hormiga atómica, pues suelen ser algo escuchimizados. Por otra parte, casi todos llevan mascarillas cubriéndose boca y nariz –por la contaminación- y las chicas visten manga larga o bien unos guantes hasta más arriba del codo que les protegen del sol.

Hace muchísimo calor, más de 30 grados con una humedad tremenda que se te pega al cuerpo. Pero el cielo está cubierto de nubarrones negros de modo que, desde dentro del coche y con el aire acondicionado a tope, parece pleno invierno en España. El paisaje resulta familiar: Arrozales, campos cultivados con frutales, alguna palmera, grandes polígonos industriales. Un poco como Valencia.
Llegamos a nuestro hotel (Meliá Hanoi, mucho lujo y mucho mármol, lleno de turistas españoles) y nos encontramos con que no podemos disponer de la habitación hasta las 11 h., así que dejamos los trastos en recepción y salimos a dar una vuelta. Lo primero que hacemos es entrar a un banco para cambiar nuestros dólares por dongs vietnamitas. Hay muchísimos bancos (vietnamitas y también internacionales) y cajeros automáticos en todas partes, así que el tema dinero y cambio no representa ningún problema. Se ve que han pasado rápidamente del Vietcong al Vietcombank. Lo que si resulta algo complicado es acostumbrarse a los billetes. Los nuevos son como de plástico y, con tantos ceros uno se hace un lío. 10.000 dong son como sesenta céntimos de euro y 500.000 vienen a ser 30 Eur. Apenas circulan monedas.

A continuación experimentamos uno de los principales inconvenientes del país: Andar por la calle resulta un ejercicio difícil y casi siempre desagradable. Todos esos bulevares -que tan bien diseñaron los urbanistas franceses de la colonia- tienen hermosas aceras que suelen estar ocupadas por: 1) Aparcamientos de motos y bicicletas; 2) Extensión de los comercios de turno con almacén y exposición de productos; y 3) Comedor y sala de estar del pueblo vietnamita en general. Así que si no quieres ir sorteando mobilettes ni meter la pata sobre el cuenco de sopa de algún ciudadano, deberás caminar por la calzada con el consiguiente peligro de ser arrollado. En cuanto al sofisticado arte de Cruzar la Calle, dejo su explicación para más adelante.

Llegamos así hasta la catedral católica, tomamos un café en una calle repleta de tiendas y sacamos entradas para el teatro de marionetas sobre el agua, una de las atracciones turísticas más populares de la ciudad. Luego paseamos alrededor del lago de la Espada Restituida (Hoan Kiem) y el pequeño templo de la Montaña de Jade (Ngoc Son), centro histórico de la ciudad. El lago está asociado a una leyenda: El mítico rey vietnamita Le Loi, instaurador de la independencia nacional, venció a los enemigos chinos usando la espada mágica Thuận Thiên (Voluntad del Cielo), proporcionada por un dios local y sacada del lago por un pescador. Después de la victoria, el rey paseaba en barca por el lago cuando se le apareció un genio en forma de tortuga. El animalito le exigió la devolución de la espada a su legítimo dueño; El rey no estaba muy de acuerdo, así que la tortuga le arrebató el arma y se hundió en el agua para siempre. Es una historia parecida a la del rey Arturo: La espada mágica como fuente del poder y de la legitimidad del rey.

Seguimos el paseo por el barrio francés: Sorprende el hermoso edificio de la Ópera, a imagen y semejanza de la de París. También destaca el elegante –y carísimo- Hotel Metropole. Ya muy cansados y comidos por los mosquitos, volvemos a nuestro hotel para una breve siesta.
Más repuestos y bien embadurnados con Relec, salimos a eso de las tres de la tarde y tomamos unos pho (el plato más popular, una especie de sopa de fideos de arroz con muchas hierbas distintas, verduras y carne o pescado, algo realmente exquisito) en un restaurante cercano. Paseamos después hasta el mausoleo de Ho Chi Minh, del mismo estilo soviético-triunfalista que los de Lenin o Mao. Pero para llegar hasta allí pasamos por el barrio de las embajadas, lleno de parques y árboles gigantes. Las representaciones diplomáticas ocupan bonitos chalets de arquitectura occidental, muchos de ellos podrían estar en Biarritz o en la Colonia del Viso. Seguimos hacia la antigua ciudadela imperial, cerrada al público durante años por obras de reconstrucción. Paramos en la terraza café Highlands, junto al museo de Historia Militar, un sitio muy agradable para probar el excelente café vietnamita. Como es un poco tarde y no quiero perder el sueño, pruebo un zumo de lima. Público mezclado de vietnamitas pijos y occidentales.

Volvemos hasta el lago a la hora del anochecer. Gente que pasea, grupos de Tai Chi. Muchos chicos sólos con el torso desnudo, como haciendo la carrera. Las guías dicen que existe mucha prostitución masculina –y que resulta bastante peligrosa, además. Cenamos en el restaurante Café Au Lac, muy recomendable por cocina y precios. Rollitos nem, cerdo con gengibre y gambas fritas con salsa de mango. Todo buenísimo. Con cervezas y agua, todo unos 11 euros.

08 septiembre 2008

Y hasta pronto...

¡¡¡Por fin nos vamos de vacaciones!!!


Dos ejemplos.

I.- En mi ventanilla bancaria. Doña Elvirita, adorable anciana, sola en el mundo, forrada de pasta y más perdida (de la cabeza) que un pulpo en un garaje, viene a cobrar su pensión. “Ay, hijo, la que está montando Zapatero... no sé a dónde vamos a llegar... nos van a dejar en la ruina!!!... es una persecución!!!... menos mal que allí fuimos todos... los del Foro... toda la Gran Vía!!!

II.- En un lugar de La Mancha cuyo nombre no viene aquí a cuento. Cena familiar en la solariega casa de mis suegros. Sale a relucir el accidente del avión de Spanair. “Es un atentado... Sé de buena fuente que el técnico de mantenimiento que revisó la avería es vasco”. Alfonso hace notar a su padre que acaba de meter la pata porque mi padre también era vasco y no por ello terrorista. Yo pregunto, muy discreto, por el origen de esa información: “Me lo ha dicho el carnicero de Villacencerros, que lo ha leído en Libertad Digital...”

07 septiembre 2008

Zarzuelas


Viernes 5 de septiembre. San Lorenzo del Escorial, en el nuevo superauditorio de la Comunidad de Madrid. Una zarzuela, “Cádiz”, compuesta por Federico Chueca y estrenada en 1886. Es una versión de concierto, sin numeritos teatrales. La orquesta es gallego-eslava, el coro madrileño, los solistas casi todos catalanes. El tema, andaluz: Diversas fruslerías amoroso-patrióticas con el trasfondo del Cádiz sitiado por las tropas de Napoleón durante la guerra de la Independencia. Música ligera y entretenida, el pop del siglo XIX. El público es casi todo “gente bien”. Señoras mayores con muchas horas de peluquería, mariquitas finos con el sweater de cashmer anudado al cuello (es que hace ya fresquito y estamos cerca de la Sierra).

El concierto comienza y una voz advierte que se va a efectuar una grabación del mismo. Por eso se ruega encarecidamente al público que guarde silencio. Eso no impide que, al final de cada número musical la gente aplauda rabiosamente. Cada vez más rabiosamente.

Al final del primer acto, la orquesta ataca la famosa “marcha de Cádiz”: “Que vivan los valientes que vienen a ayudar / al pueblo gaditano que quiere pelear / y todos con bravura, esclavos del honor / juremos no rendirnos jamás al invasor”. Muy bonito y muy sentido. Se apagan los últimos compases y, de pronto, se levanta un señor del público y grita enfervorizado: ¡¡¡Vi-va Es-paññña!!!. El público estalla en vítores y aplausos. Un frenesí.

¿Por qué será que me viene a la mente una escena de la película “Cabaret”?

01 agosto 2008

Crisis (II)




¿Por qué asustarse de los ingenuos –pero posiblemente atinados (?)- comentarios sobre economía de una profesional de la limpieza?

Verán ustedes: Sucede que en la mayoría de los casos, las políticas macroeconómicas pueden afectar para bien o para mal al desarrollo de la actividad económica. El Banco Central Europeo hace la política monetaria, los distintos gobiernos sus políticas fiscales e industriales, suben y bajan los tipos de interés, se intervienen o desregulan los mercados, se obtiene déficit o superávit en las cuentas públicas, y eso altera de una u otra manera la riqueza personal de los ciudadanos.

Pero cuando sucede una Crisis –una verdadera Crisis, como la del 29, como la de los años 70 del siglo pasado, como la que ahora se nos presenta de repente, y todos se asustan y se sorprenden aunque estaba anunciada desde hace años- toda esa limitada reacción de la Autoridad Económica sirve de bien poco.

Porque lo que de verdad cuentan son las emociones. El sentimiento de la gente de que las cosas van mal e irán a peor. Si existe la impresión generalizada de que esto se hunde, esto se hundirá. Y "lo único que debemos temer es el temor mismo". Y la Kelly es la expresión paradigmática del Miedo.

John Maynard Keynes criticó el pensamiento panglossiano de los economistas clásicos (“todo sucederá de la mejor manera posible en el mejor de los mundos posibles”) al describir los mecanismos políticos, económicos y psicológicos que condujeron a la Gran Depresión.

El pesimismo económico de las sociedades funciona de manera idéntica –pero inversa- al optimismo de las burbujas: En momentos de bonanza, yo me compro una casa y un chalé y pido una ampliación de la hipoteca para tener un BMW más grande que el de mi vecino. Porque estoy seguro de que dentro de pocos años el valor de mi propiedad inmobiliaria se duplicará. Y los tipos seguirán bajitos eternamente. Toda esa confiada manera de pensar –multiplicada por millones de consumidores- genera prosperidad, pleno empleo y finalmente, si no se controla, especulación y burbuja.

Del mismo modo, si presiento un negro horizonte para mi hacienda personal, trataré de ahorrar, pondré en venta esa segunda residencia que no utilizo y ya nadie quiere comprar, dejaré el todoterreno en casa y tomaré el metro para llegar a la oficina. Y eso genera el declive de la demanda y del PIB y más paro y más recesión. Aunque también un aumento del ahorro de las economías domésticas que, a la larga, si se sabe aprovechar, puede conducir al movimiento oscilatorio opuesto del péndulo económico.

Así pues, ¿qué hacer?

19 julio 2008

Crisis (I)


Pues señor, ésto érase que se era, hace muchos, muchos años, un lindo bloguito abandonado por su bloguero en algún lugar de la blogosfera. Pasaban semanas y meses, sucedíanse acontecimientos de gran relevancia nacional e internacional, pero nuestro blog seguía hablando de... ¡torrijas!

Seguramente pensaréis, queridos pequeñuelos, que este inexplicado abandono se debía a causas de mucho rigor: Problemas de trabajo, asuntos de familia, alguna dolencia del cuerpo o del espíritu...

Pues no, chiquitines, lo cierto es que el pérfido bloguero entretenía sus tardes y sus noches viendo viejos capítulos de FALCON CREST y, mientras tanto, desatendía sus deberes más elementales y se hundía en la molicie.

Hasta que hoy ha sonado el despertador.

Resulta que en mi oficina tenemos una Kelly. Una que limpia. Cuarenta y tantos años, divorciada, sindicalista, rubia de bote. Pretende ser la salsa de todo lo que se cuece. Consigue manejar de maravilla el mocho mientras habla por el móvil y mantiene el equilibrio sobre vertiginosos taconazos.

Esta mañana, Kelly me ha pillado en un momento simpático y le he seguido un rato la conversación. Tema prejubilaciones. Que lo tengo chungo, porque la cosa está muy malamente, que la inflac-ción no para de subir y lo del ladrillo afecta a la Bolsa y a la Banca. Y me ha soltado un largo speech sobre causas y efectos de la Crisis. Creo que en Moncloa deben estar impacientes por escuchar su ponderada opinión.

Cuenta la leyenda que Joseph P. Kennedy –el padre del presidente asesinado- consiguió salvar su fortuna del crash (o crack) de 1929 gracias a una charla que mantuvo semanas antes con un limpiabotas. El honrado menestral le recomendó invertir en determinados valores muy especulativos y el financiero pensó que, cuando la burbuja había llegado a ese nivel de popularidad, era el momento de venderlo todo y ponerse a cubierto.

Así que... ¡Sálvese quien pueda!

Crisis - Dinarama + Alaska

23 marzo 2008

Etnología de andar por casa.

Domingo de Pascua en casa de mi hermana. Hablamos de la cantidad de torrijas que comíamos de pequeños y nuestra tía Carmen (85 años bien llevados) aporta sus propios recuerdos de infancia. En Bilbao no las llamaban torrijas, sino tostadas, y no se comían en Semana Santa sino por Carnaval. Recuerda una canción que solían cantar los niños:

Anatxu Frakagorri / el día de Carnaval / comió muchas tostadas / y no pudo cagar

Sin embargo, nos cuenta que el tal Anatxu era una de las figuras de un paso de Semana Santa, concretamente la figura de Anás haciendo burla al Cristo. El apelativo “Frakagorri” hacía referencia a sus pantalones rojos.

-No puede ser frakagorri –digo yo-, ya que el sonido “f” no existe en euskera. O eso tengo entendido: Siempre habeís contado que vuestros primos euskaldunes llamaban a mi padre “Alpredo”.

Nos quedamos con la duda y esta noche, al llegar a casa, busco en Google “anatxu frakagorri”.

Resultado: Quizás quiso decir: “anatxu prakagorri". Eso es (tenía yo razón).

Pincho el enlace: Su búsqueda - “anatxu prakagorri" - no produjo ningún documento. (!)

A ver que tal “prakagorri”: 1710 resultados y casi todos se refieren a una empresa distribuidora de máquinas de vending. Pero por fin encuentro el enlace que me interesa. Parece ser que los prakagorri son una especie de duendes, figuras mitológicas del folklore vasco. Seres diminutos pero poderosos y extremadamente fuertes que viven en los alfileteros y ayudan en ocasiones a los humanos.

Me parece curioso, por la asociación que en algún momento se dio entre esas figuras fantásticas pero benévolas de incierto origen y el supervillano del Nuevo Testamento. Y las torrijas.

10 marzo 2008

Yo tenía un novio (que militaba en Alianza Popular)

Allá por 1985 yo tenía un novio que militaba en Alianza Popular. De hecho, había sido cabeza de lista en las elecciones municipales de su pueblo. Era muy mono: Tenía un Ford Fiesta negro con pegatina de Snoopy detrás y usaba calzoncillos boxers de dibujitos. Era muy simpático con todo el mundo y la gente le quería de veras. Era un juergas, habitual en los bares de Juan Bravo, del Pachá y del Tartufo, que abandonaba a veces a altas horas de la noche para escabullirse a los antros de detrás de la Gran Vía. Había estudiado Derecho en una universidad del Opus y tenía un puesto asegurado en uno de los mejores bufetes de Madrid. Había votado “No” a la Constitución de 1978 y estaba en contra del ingreso de España en la Comunidad Europea. También estaba en contra del divorcio y de la despenalización del aborto. Le gustaban Mocedades y las jotas manchegas. Era un primor, siempre bien peinado y más bonito que un San Luis. Bebía demasiado, practicaba el sexo de forma compulsiva y tenía un poco de eyaculación precoz, pero se la curé y entonces se enamoró de mí. Me regaló un cadenón de plata y me quería poner un piso, una cucada de buhardilla cerca de Santa Bárbara. Pero yo era en aquella época un frívolo incurable y no supe valorar su oferta (qué error, qué inmenso error).


08 marzo 2008

27 febrero 2008

Datos mentirosos

Trabajé, hace años, en el Departamento Financiero de mi Superbanco. Mi labor consistía en elaborar la revista de Bolsa que se enviaba a clientes selectos, sucursales, instituciones y medios de comunicación.

Por esa razón, al cabo de algún tiempo me convertí en un experto en la fabricación de gráficos de cotizaciones o de indicadores económicos. Y en su manipulación.

Por ejemplo: Al Banco le interesaba colocar en el mercado una emisión de nuevas acciones de la acreditada compañía “Sucesores de la Viuda de Pérez, S.A.” (posteriormente conocida como “Global Web Resources Ltd”). Pero la cotización de las acciones viejas no era muy allá en los últimos meses. Pues nada, se hacían varios gráficos comparando durante distintos periodos la evolución bursátil de la empresa con la del Indice General hasta que se obtenía el perfil más favorecedor.

O llegaba mi jefe y me pedía un gráfico que justificara sus clarividentes predicciones sobre la evolución del tipo de interés del Bundesbank a la luz de las última curda de Boris Yeltsin. No problemo, al momento tenía yo en mi Lotus 123 un hermoso diagrama demostrando irrebatiblemente la inevitabilidad de las próximas medidas de ajuste monetario. O de todo lo contrario, a gusto del consumidor.

Por eso, cuando observo ahora a nuestros líderes políticos agitando en la mano bonitos gráficos de colorines que prueban fehacientemente lo requetebién que lo están haciendo unos o lo muchísimo mejor que lo hacían los otros, pues es que me descojono de risa. Así de claro.

Y no dejen de leer, por favor, este documentado artículo de El País.

Quod erat demonstrandum.

15 febrero 2008

No todos son iguales

A medida que se acerca la fecha de una cita electoral, aumenta en proporción astronómica el acoso y derribo de informaciones estúpidas sobre las tonterías de los candidatos, sus muchas meteduras de pata e incompetencias diversas. Llega un punto en el que muchos ciudadanos se plantean seriamente la abstención o el voto nulo como medida de protesta ante un sistema lleno de desazonantes defectos y livianas corruptelas. “Son todos iguales” es el lema favorito de estas personas.

Pero no.

Podemos repudiar por igual a esos individuos asentados en las jerarquías o cuadros medios de los partidos, que han hecho de la política un medio de vida y, en el fondo, les da igual ocho que ochenta. Podemos aborrecer al personaje que aspira a un cargo público para enriquecerse, detestar al candidato chicle que lava más blanco, renegar de politicastros fulleros ávidos de sus pequeñas cuotas de poder.

Pero tras cada etiqueta electoral hay una ideología. Sigue habiéndola, pese a todo lo que nos han venido contando desde que cayó el Muro.

Y hay ideologías que, una vez instaladas en el poder, la experiencia ha revelado como beneficiosas o por lo menos innocuas. Y otras directamente dañinas o tan novedosas que no ofrecen ninguna garantía.

Hablo de Obama y de Hillary, claro...


08 febrero 2008

De costumbres

Queridos blogolectores: Esta Butácora, en su noble afán por contribuir siempre al progreso de nuestra patria y ante la confusión que ha podido provocar en vuestras almas desorientadas la reciente propuesta electoral del partido de la oposición, realiza una vez más un esfuerzo sobrehumano y se pone al día para ofrecer al gobierno que salga de las urnas el próximo 9 de marzo un

DECÁLOGO DE BUENAS COSTUMBRES ESPAÑÑÑOLAS:

I.- Hablarás a gritos sobre todas las cosas. Te amarás a pesar de tus muchos complejos de inferioridad.

II.- No escucharás a nadie más que a ti mismo (es en vano, total pa’ qué?).

III.- Santificarás las fiestas arrojando algún animal desde la torre del campanario de tu pueblo. También puedes matar un toro a cuchilladas.

IV.- Honrarás a tus padres y les ingresarás en Urgencias cuando tengas un puente y quieras ir a la playa. Abandonarás al perro y a la abuela con alzheimer en una gasolinera de la A3, a la altura de Matalascabrillas del Duque.

V.- No matarás, pero durante las noches del fin de semana te está permitido circular a 215 kph por el casco urbano de tu ciudad con unas cuantas copas de buen vino español en el torrente sanguíneo. Si tienes un accidente, siempre puedes denunciar luego a la familia del atropellado para que te paguen la reparación de chapa del Audi.

VI.- No permitirás que nadie conozca los actos impuros que sueles cometer. Haz lo que te parezca, pero todo muy discreto. Excepción importante: Si eres un varón heterosexual y le pones los cuernos a tu pareja, debes contárselo a todo el mundo en el bar. Que el mundo lo sepa.

VII.- Robarás lo que puedas y a quién puedas. Defraudarás al Fisco. Inflarás los precios. Especularás con lo que se te ponga a tiro. Cobrarás sin factura y en negro. Amarás la contabilidad creativa.

VIII.- Mentirás lo necesario en cada caso, levantando falso testimonio contra tus enemigos. Ellos se lo han buscado. (Dedicado a Dña. Esperanza Aguirre y a sus consejeros de Sanidad).

IX.- No consentirás que nadie –excepto tu- disfrute con pensamientos o deseos impuros. A la hoguera toda la pornografía –excepto ese vídeo pirata de Cadinot que guardas encima del armario.

X.- Codiciarás sobre todo los bienes ajenos. Te pondrás verde de envidia ante cualquier ostentación de lujo de la vecina y procurarás por todos los medios dejarle muerta en la bañera comprándote una termomix más cara que la suya, con incrustaciones de brillantes y nácar, por ejemplo.

Estos diez mandamientos se resumen en dos: Te amarás a ti mismo sobre todas las cosas. Y al prójimo, ¡que le den!

Lo que se hace saber para la correcta instrucción de todos los inmigrantes, para su conocimiento y cumplimiento.


23 enero 2008

Bendita y alabada sea la hora...


Publicado en el diario “La Razón” de hoy. No es Fotoshop.

Una imagen que vale por mil palabras.

Y que sugiere mil comentarios.

Por ejemplo: ¿Es ésto lo último en técnicas de identidad corporativa?. O bien, ¿se trata de un ulterior aggiornamento de la Santa Madre Iglesia?. ¿Una prudente súplica para la Divina Intervención ante posibles turbulencias financieras, en esta oscura noche del alma que se avecina? ¿A Dios rogando y con el Logo dando? ¿La Patrona de la Hispanidad y el Patrón de la Banca?

Pues que tenga cuidado María Santísima, que a Fernando Alonso no le ha ido nada bien con semejante sponsor.

P.S.: ¿Qué se apuestan ustedes a que esta divertida imagen no es aprovechada (ni comentada, ni criticada, ni mencionada) por NINGUNO de nuestros ilustres cómicos mediáticos?

06 enero 2008

Ya vienen los Reyes.

En la Prehistoria, cuando yo era un enano, era la fiesta que más me gustaba. Por los regalos, claro. Pero también por todo lo demás: Una cena a base de fiambres y chocolate con roscón, con repetición del chocolate; Preparar un plato con turrones y unos whiskies para Sus Majestades, agua y azucarillos para los camellos. La excitación al irme a la cama, temeroso y pendiente a la vez de su mágica entrada por el balcón. Y a la mañana siguiente, muy temprano... ¡Allí estaba el anhelado Scalextric!. O el Cheminova. O el Meccano. O los Juegos Reunidos Geyper. O una precioso estuche de lápiceros Caran Dache, con todos los colores imaginables. Esa mañana, el banco en donde mi padre trabajaba montaba una función para los hijos de los empleados en un pequeño teatro del barrio de Huertas. Te podías hacer la foto en brazos del rey negro, que era el señor Cabezón, diligente contable y amigo de la familia. Luego venían las visitas a las casas de los abuelos, abundantes dulces y más regalos...

Entonces llegó el verano en que cumplí siete años. Habíamos alquilado durante tres meses un chalet en un pueblo de la sierra madrileña: Aprendí a montar en bicicleta y me eché mi primera novia, una niña rubia monísima que no recuerdo como se llamaba.

Mamá dobla sábanas con Angelita, la criada. Un gato se come el plato de bonito que mi abuela ha dejado en la fresquera. Mi hermana gatea por el jardín comiendo manzanas demasiado verdes. Y en el transistor suena intermitente, interminablemente, Radio Intercontinental. Mucho Manolo Escobar y Conchita Bautista, pero también Aznavour, los Beatles y, sobre todo, France Gall, que ha ganado ese año el Festival de Eurovisión. Poupée de cire, poupée de son.

Yo ando oscuramente enamorado de mi padre, ese atleta que viene a vernos los fines de semana y me lleva a nadar a unas charcas cercanas, me habla de las estrellas y de platillos volantes, del Sputnik y de la revolución de Fidel Castro.

Y una noche, bajo el cielo estrellado, papá me habla seriamente –de hombre a hombre- y me pone al corriente de la verdad acerca de dos hechos fundamentales: 1).- Los niños no los trae la cigüeña ni vienen de París. Salen de la tripita de las mamás por el agujerito que tienen para hacer pis. Y 2).- Los Reyes Magos no existen. ¡¡¡Son los padres!!!

El punto uno me deja algo desconcertado, pero no me preocupa mucho por aquel entonces. El sexo y la mecánica reproductiva me resbalan bastante. Pero lo de los Reyes Magos... Mi mundo se desmorona.

Y ahora que soy casi un viejo, recuerdo todo aquello y mi sobrino Javier me recuerda mis siete años y el fin de la inocencia. Los Reyes Magos –o Papá Noël, o Santa Claus- no son sino una inmensa conspiración de los adultos para engañar a los niños. “Es como lo de Dios” –me dice Alfonso. Tiene razón. Una broma, un estúpido sinsentido universalemente aceptado para crear falsas expectativas, una máquina del desencanto.

Y ya me acuesto, que van a venir y al verme despierto me van a dejar carbón.


02 enero 2008

La Vie en Rose (circa 1988)



-“¡Esta noche vamos a Jácara!” –dice Verónica Extensiones imperativamente, y es contestada al instante por un coro de noes y risas descalificadoras. “¿Al Cine Mola? Allí sólo van niñatos pijorros de Alianza Popular, un quiero y no puedo” –“Y la música es horrible, te pueden poner una de los Duncan Dhul después del Like a virgin! Un anticlimax total...”. “Mejor al Oh! o al Four Roses” –habla Luismi Soydandy, que no tiene coche ni pasta, pero conoce a uno de los relaciones, que no hace mucho se lo tiró en una sauna. “Hombre, tienen el atractivo de la piscina y la terraza con mesas de billar, pero son idiotas, ¡me llegaron a decir que yo no encajaba en el local!”-contesta Arturo Quexclusivo- “Por favooor, si ya mis abuelos bailaban allí cuando éso era Villa Romana...”. “Ya, pero es que apareciste en la puerta vestido como para entrar al Troyans. Y te acompañaba Raquelín Tiracopas, famosa en todos los parkings de la carretera de la Coruña por su mítica apertura de piernas!” –tercia Totón Nuncapruebo, que es poderoso y ha pillado esa noche dos gramos a su amiga la dromedaria del San Estanislao de Kostka. -“¡Tu si que eres mítico por tus cuelgues en ácido, guapito de cara, que ya llevas dos bugas destrozados a cuenta de la empresa de tu padre!” –“le vas a arruinar, pobre hombre!” –“Pero bueno, a lo que íbamos: ¿Dónde vamos?” –“Al Universal o al Ya’stá, por favor, que yo hace ya muchísimo que no ligo y se me está regenerando el virgo!- dice Marina Miliciana: Tiene la teoría de que en los antros pijos sólo ligamos los chicos –y es del tipo de chica estilo Alasbarricadas, da un poco de miedo a los héteros midelclás. -“Entonces de Pachá ni hablamos, claro...” –“Pues sabeís lo que os digo? Visto lo que hay, yo me piro, que he medioquedao con Bobo y Pequeño en el Ras” –“Ni se te ocurra, que te conozco y empiezas muy bien en el , pero luego te coges un pedo terrible de garrafón en el y acabas de madrugada revolcándote por el suelo de los lavabos del Ale” –“Vamos a tomar la primera al Zenith y allí decidimos”

“¡Ay, desde que me cerraron el O’Clock, ya no encuentro un sitio decente para bailar!”

(Inspirado en el insuperable post de Senses & Nonsenses)