19 julio 2008

Crisis (I)


Pues señor, ésto érase que se era, hace muchos, muchos años, un lindo bloguito abandonado por su bloguero en algún lugar de la blogosfera. Pasaban semanas y meses, sucedíanse acontecimientos de gran relevancia nacional e internacional, pero nuestro blog seguía hablando de... ¡torrijas!

Seguramente pensaréis, queridos pequeñuelos, que este inexplicado abandono se debía a causas de mucho rigor: Problemas de trabajo, asuntos de familia, alguna dolencia del cuerpo o del espíritu...

Pues no, chiquitines, lo cierto es que el pérfido bloguero entretenía sus tardes y sus noches viendo viejos capítulos de FALCON CREST y, mientras tanto, desatendía sus deberes más elementales y se hundía en la molicie.

Hasta que hoy ha sonado el despertador.

Resulta que en mi oficina tenemos una Kelly. Una que limpia. Cuarenta y tantos años, divorciada, sindicalista, rubia de bote. Pretende ser la salsa de todo lo que se cuece. Consigue manejar de maravilla el mocho mientras habla por el móvil y mantiene el equilibrio sobre vertiginosos taconazos.

Esta mañana, Kelly me ha pillado en un momento simpático y le he seguido un rato la conversación. Tema prejubilaciones. Que lo tengo chungo, porque la cosa está muy malamente, que la inflac-ción no para de subir y lo del ladrillo afecta a la Bolsa y a la Banca. Y me ha soltado un largo speech sobre causas y efectos de la Crisis. Creo que en Moncloa deben estar impacientes por escuchar su ponderada opinión.

Cuenta la leyenda que Joseph P. Kennedy –el padre del presidente asesinado- consiguió salvar su fortuna del crash (o crack) de 1929 gracias a una charla que mantuvo semanas antes con un limpiabotas. El honrado menestral le recomendó invertir en determinados valores muy especulativos y el financiero pensó que, cuando la burbuja había llegado a ese nivel de popularidad, era el momento de venderlo todo y ponerse a cubierto.

Así que... ¡Sálvese quien pueda!

Crisis - Dinarama + Alaska